sábado, 7 de abril de 2007

Las grandes canciones latinas en Estados Unidos



Walt Disney las coloreó en el cine y Xavier Cugat las grabó... En los años veinte, aparecieron canciones españolas y mexicanas que causaron furor... En los años treinta, Cole Porter se dejaba seducir por la cadencia de la rumba...

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Eleazar López-Contreras
www.cinquillo.blogspot.com

A partir de 1920, las melodías de la época de oro de la canción latina cruzaron al norte del Río Grande en brazos de la radio y el disco; pero fue principalmente en los años cuarenta, cuando Walt Disney las coloreó en el cine y Xavier Cugat las grabó y tocó en innumerables discos y programas de radio.

Más que ninguna otra orquesta latina, el Rey de la Rumba supo cautivar al público norteamericano con su exótica presentación de tangos, rumbas, sambas y congas, además de muchos boleros. Las de corte lento habrían de convertirse en imperecederas y hallaron eco en innumerables artistas norteamericanos y, particularmente, en las big bands, que popularizaron muchas de ellas.

Todo comenzó con la fiebre del tango, que copó la escena en la década de 1910. En los años veinte, aparecieron canciones españolas y mexicanas que causaron furor y que contribuyeron a confundir los gustos del norteamericano con híbridas mezclas de maracas con castañuelas, acordeones con marimbas y uno que otro incongruente olé en el medio de un tango, etc.

En los cuarenta, tomó vuelo la rumba, que ya sonaba en los años treinta, precedida por el descomunal éxito de El manisero, y aparecieron la conga y la samba, que fueron finalmente fulminados por el turbulento mambo, que borró toda una época de canciones seductoras para darle paso a ritmos más agresivos.

Las embelesadoras y predecibles melodías que prácticamente desaparecían del panorama musical del Norte (y que entre nosotros habrían de rescatar Los Panchos, en 1949), plasmaron estereotipos regionales en el gusto del público norteamericano, al crear una confusa imagen de lo auténtico, dada la indiscriminada mezcolanza que se hacía de ritmos y elementos afines.

Entonces predominaban una exótica samba, como Brasil o Bahía, o un tango, como Adios, muchachos —I Get Ideas— o El choclo, llamado en inglés Kiss of Fire (que, entre nosotros, dio origen al bolero Besos de fuego); o una habanera o un valse como Cielito lindo o La paloma (que era tocada, indistintamente, como rumba o como tango).

Estas melodías eran presentadas, indistintamente, con acordeones y marimbas, con la adición de claves, castañuelas y bongós. Sin embargo, en lo rítmico corrían paralelos dos estilos de música latina: la romántica y la movida.

Si la rumba presentaba su lado romántico con boleros adaptados a sus cadencias, con formas más digeribles para el gusto norteño, también este ritmo cubano le daba cabida y salida a lo movido, generalmente presentado con cuerdas y orquesta grande, con lo cual se rescataron estas piezas del limitado conjunto típico, que generalmente carecía hasta de contrabajo o trompeta. De este modo, con una presentación más ambiciosa, coexistían Aquellos ojos verdes con Mama Inés o Amor, amor, amor, o Frenesí con Cachita y El cumbanchero.

Pero fue lo romántico lo que más inspiró a los compositores norteamericanos. En los años treinta, Cole Porter se dejaba seducir por la cadencia de la rumba y descubrió al parecido beguine franco-caribeño, que plasmó en su trilogía: Night and Day (1932); Beguin the beguine (1935), popularizado en 1945, y I’ve got you under my skin (1936). Sin embargo, lo rápido también halló resonancia en el Norte.

En 1932, Vicent Youmans escribió la música de la cinta Volando a Río, que produjo la primera samba realmente popular en los EEUU. La carioca fue fiebre en 1933 y generó el mercadeo de toda suerte de adminículos como caramelos y sombreros.

En 1945, la publicidad recurrió a un personaje animado para promover la marca Chiquita Banana. Se trataba de una coqueta y saludable fruta que bailaba samba luciendo un tocado y maquillaje a lo Carmen Miranda. La fruta exótica —el banano entonces lo era— sólo reaparecería en el Norte con el calypso de Belafonte, con su Coconut Woman, que nadie aprovechó para promover el coco. Esto ocurría mientras que pasaban a la historia las viejas y memorables canciones latinoamericanas.

Con un público ajeno a esas finas y delicadas expresiones de ingenuo romanticismo, y siendo descorrido el velo del misterio que entonces envolvía al Caribe por los cruceros modernos, las melodías que hoy día se recuerdan y que son grabadas con insistencia, son piezas que sugieren el amor íntimo, como es el caso del bolero Cuando vuelva a tu lado, que bajo su versión inglés (What a Difference a Day Makes) es continuamente recogido por nuevos intérpretes. A todas esas imperecederas melodías, se le sumaron las líricas composiciones de Armando Manzanero, que pasaron a conformar una nueva etapa, al lado de la ya clásica bossa nova, que surgió de manos de Jobim y otros.

Ante el abrumador éxito de estas nuevas canciones, podrían recordarse el furor que causaron piezas como Tico Tico o La cucaracha, de viejísima data, o la más reciente Guantanamera. A éstas, podríamos agregarle otras melodías muy difundidas en diferentes momentos, tales como Perfidia, Adios (compuesta para competir con El manisero), Cuando calienta el sol y Tequila, que representan cuatro géneros: (1) el romántico; (2) el bailable; (3) 4) el influenciado por el rhythm and blues y el mambo; y (4) aquéllas influenciadas por el rock and roll.

De este modo, marchó la canción latina por las salas de baile norteamericanas, cuando las colas no se hacían en las tiendas o en el tren subterráneo sino para bailar la conga. No obstante, de todas éstas son sólo pocas las que se han mantenido en el tiempo. Hasta no hace mucho, quedaban unos cuantas con suficiente poder radial como para ser incluidas en las estadísticas, siendo muchas de ellas boleros conocidos.


Cronograma de canciones latinas populares en EEUU



1923 Estrellita (Manuel Ponce, mexicano)
1923 Cielito lindo (Kirino Mendoza, mexicano)
1923 La violetera (José Padilla, español)
1924 Amapola (José M. Lacalle, mexicano)
1925 Valencia (José Padilla, español)
1929 Siboney (Ernesto Lecuona, cubano)
1930 El manisero (Moisés Simons, cubano)
1930 Marta (Moisés Simons, cubano)
1931 Aquellos ojos verdes (Utrera-Meléndez, cubanos)
1934 La cucaracha (folklore mexicano)
1934 Allá en el rancho grande (Moro/Uranga, mexic.)
1934 Cuando vuelva a tu lado (M. Grever, mexic.)
1936 Para Vigo me voy (Ernesto Lecuona, cubano)
1937 Quiéreme mucho (Gonzalo Roig, cubano)
1938 Tipitipitin (María Grever, mexicana)
1939 Frenesí (A. Domínguez, mexicano)
1941 Bésame mucho (Consuelo Velásquez, mexicana)
1941 María Elena (Lorenzo Barcelata, mexicano)
1943 Solamente una vez (A. Lara, mexicano)
1943 Bahía (Ari Barroso, brasilero)
1944 Amor, amor, amor (G. Ruiz, mexicano)

miércoles, 14 de marzo de 2007

Millín: La Sonora que tuvo Daniel Santos sonaba mejor que la Matancera


En Enero del 2007 conversé con Emilio Rivera ¨Millín¨, un ex-veterano de la guerra de Corea, quien ha dedicado largos años a rescatar joyas musicales pertenecientes a la cultura popular de Puerto Rico y el Continente. Su trabajo se centró en los años 1947-1949, cuando Daniel Santos, tras abandonar Nueva York luego de darse de baja en el ejército, decide marcharse a su Isla en busca de nuevos horizontes. Alli Daniel formó una orquesta que llamó Sonora Bonrinqueña, reuniendo a quienes habrían de ser grandes músicos en el escanario internacional.
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José Emilio Castellanos
Desde Puerto Rico


De pequeño Millín escuchaba a Daniel Santos en las llamadas traganíqueles, rockolas o belloneras del barrio donde vivía, a escasas cuadras de Trastalleres, el lugar donde precisamente había nacido Daniel.

Cuando Millín tenía 13 años Daniel regresó a Puerto Rico buscando nuevos rumbos. Había estado en el ejército, en la II Guerra Mundial, y la vida había cambiado en Nueva York. Ya en San Juan, decide formar un conjunto con visos de sonora. En 1947 ¨El Jefe¨ busca entre los mejores músicos que estaban en la Isla y en corto tiempo tuvo su agrupación, la Sonora Boricua, colocándole cuatro trompetas, con lo cual sonaba mucho más fuerte y diferente a la Sonora Matancera.
Poco se sabe de la Sonora Boricua, aunque algunos entendidos señalan que sonaba mejor que la Sonora Matancera.

Emilio Rivera ¨Millín¨, apasionado coleccionista de música, ha dedicado parte de su vida al rescate de ésta parte de la historia de Daniel Santos, y logró reunir, con apoyo de dos amigos coleccionistas, las 36 piezas que quedaron grabadas entre 1947 y 1949. Luego las transformó en dos CD de Colección, con abundante información que ha dado a conocer a través de charlas y programas de radio.

Millín, quien a su vez es uno de los fundadores del Club de Coleccionistas de San Juan, me señala que los músicos que pertenecieron a la Sonora Boricua fueron muy famosos antes y después de pertenecer a este gran grupo. Uno de ellos, el cantante, trompetista y trombonista Pito Sepúlveda, lo ayudó a recostruir aquella historia. De esa agrupación sobreviven Sepúlveda, Luis Elmore y Juan Zamora.

Todas las grabaciones originales del grupo fueron hechas en discos de 78 revoluciones, un número por cada lado. Aún no había salido los discos de larga duración (LP).

Millín no se explica porqué cuando empezaron a salir los LP, alrededor de los años 1951 o 1952, las casas grabadoras Secco y RCA no hicieron un disco de larga duración de la Sonora Boricua, lo cual hicieron con otras agrupaciones.

Revela que en el año 1992 compró un disco compacto de la "Secco" con el nombre ¨Grandes Exitos de Daniel Santos con la Sonora Matancera¨, y fue una sorpresa cuando lo escuchó y en cuatro de las grabaciones se escuchaban saxofones, clarinetes y otros instrumentos que no tiene la Sonora Matancera.

Lo que sigue es su narración sobre lo que fue su persistente tarea por rescatar ese ¨tesoro¨musical de finales de los años 40, nacido en un estudio de radio en Puerto Rico.

Cuando termino de escuchar el disco descubro que solamente hay grabadas dos canciones con la Sonora Matancera, que son el bolero ¨Velero¨, escrito por el propio Daniel Santos, y el bolero mambo "Lluvia o Sol", escrito por R. B. McLean, los cuales fueron grabados por Daniel con la Sonora Matancera en 1950. También encuentro en esta grabación el bolero "Rosa" de Leopoldo González (aunque creo lo escribió Daniel) y el bolero "Regresó", de Leopoldo González, que grabó Daniel con la Orquesta de Moncho Usera el 18 de marzo de 1946; la canción Jíbara, de Roberto Cole, Romance del Campesino y el bolero "Por mi Honor", de M. Jiménez, grabados por Daniel con la Orquesta de Rafael González Peña, también en 1946¨.

Los otros seis números en esta grabación con La Sonora Boricua son Siempre contigo, Bolero de Roberto Cole; Canción de la Serranía, Canción Jíbara de Roberto Cole; Mi Palabra de Honor, Bolero de Daniel Santos; Bello Mar, Bolero de Daniel Santos; A. San Lázaro , bolero de René Márquez Rojo; y Aquí en el Cielo, Bolero de Ramón Galguera Jr.¨

Después de escuchar este disco –agrega Millín- me di a la tarea de dar a conocer todo lo que pudiera sobre la Sonora Boricua de Daniel Santos.

Seguí buscando en mi discoteca y encuentro un compacto de Pérez Prado y su Orquesta, también de la casa Secco, con el nombre de "Latin Dance Party", y volví a sorprenderme cuando encontré en este disco que se supone es de Pérez Prado y su orquesta, cuatro números de Daniel Santos con "La Sonora Boricua": Las siete y media de Justi Barreto – Guaracha; Chambeleque de Mercedes Alvarez y Florencio Hernández, Guaracha; Siempre Contigo de Roberto Cole – Bolero; y, Tu no tienes suerte de Hemeregildo Cárdenas – Guaracha¨.

En este compacto "Latin Dance Party" ni siquiera mencionan el nombre de Daniel Santos. Sin embargo, existe un LP con la misma carátula y título que antecedió al CD y aquí si se le ocurrió mencionar a Daniel, solo que dicen que Daniel canta estos cuatro números con Pérez Prado. Error o disparate?¨

Como ya tenia nueve canciones seguí buscando en mis viejos discos y encontré cinco canciones más en un LP de la RCA Victor: Martín EI Loco, de Daniel Santos, Guaracha; Las Trompetas, de Mario Recio, guaracha; El Rey del Bombo, de Daniel Santos, Guaracha; A lo mejor, de Roberto Cole, Bolero; y, ¿Por qué dudas mi amor?, de Daniel Santos, bolero.

Con estas catorce canciones empecé a grabar en casete lo que vino a ser más bien la primera grabación de larga duración de la "Sonora Boricua. Esto fue para el año 1993 y le regalé la primera copia a mi amigo Osvaldo Castillo, coleccionista de San Juan.

Después de dos años, ya a mediados del año 1995, volví al asunto de la Sonora Boricua, organicé mis pensamientos y empecé a escribir notas de todo lo que recordaba de la "Sonora Boricua". Estuve en la presentación que hacía el Grupo a las doce del medio día desde el Radio Teatro de la Estación WIBS, que estaba ubicada en el Edificio Industrial Algodonera, en la Avenida Fernández Juncos en Santurce, al lado de donde se elabora el Café Yaticono.

En este mismo edificio también estaba Ochoa Records Studio, que tengo entendido era la única casa de grabación en Puerto Rico y le hacia las grabaciones a las grandes compañías de todos los artistas que estas representaban. Aquí se hicieron casi todas las grabaciones de la Sonora Boricua de Daniel Santos.

El grupo tuvo una larga temporada en estos programas al medio día y muchas veces tuve que cortar clases para llegar a tiempo y conseguir asiento. Cuando no podía ir los escuchaba por radio. Tenía yo entonces 14 años.

Los locutores que animaban el programa se turnaban, ya que no había uno fijo pues eran las voces más privilegiadas de la radio y grandes maestros de ceremonia de esa época. Estos eran Rey Arenas, Fidel Cabrera, José Angel Gutiérrez y José Manuel (Memel) Álvarez, el único vivo de los cuatro.

La Sonora Boricua, como todas las orquestas, tenia su tema musical con el cual empezaba y terminaba las audiciones, que era muy bonito y fue escrito por Daniel Santos. Recuerdo muy bien la tonada y cada rato lo canto imitando la voz de Daniel Santos.


Seguí buscando más canciones grabadas por "La Sonora Boricua" y encontré la Guaracha "Se formó La Bronca" de Pablo Cairo y "EI Bobo de la yuca" de Marcos Perdomo hasta que completé dieciocho números con el Bolero "Corazón" de Juan Ramón Balseiro, con la ayuda del compañero coleccionista Don Axel Rivera.

Así nace el primer compacto de la Sonora Boricua" grabado por este servidor. De este compacto he regalado copias a unos 22 o 23 amigos todos coleccionistas. Antes de seguir regalando copias, el amigo y locutor puertorriqueño "Rafy Torres" me invitó a su famoso programa Sábados de Bohemia, después que le hablé de mi proyecto con la "Sonora Boricua", pues le pareció interesante. Llevé el CD en dos ocasiones a su programa en la Emisora WKAQ Radio AM.

En ambos programas las llamadas no se hicieron esperar y los oyentes empezaron a preguntar de donde se había sacado ese disco, quien era yo y muchos pidiendo copias. Otras se sorprendían pues nunca habían escuchando hablar de "La Sonora Boricua" y yo le contesté todas las preguntas que me hicieron en el aire.

El único número que los oyentes conocían era "Canción de la Serranía-, ya que era el tema que usaba el Departamento del Trabajo para las ofertas de empleo. Antes muchos creían que esa grabación era con La Sonora Matancera.

Continué buscando más grabaciones y esta vez con la ayuda del amigo Oswaldo Oganez, gran coleccionista que me consiguió la guaracha "EI Granito de Maíz" de René Márquez Rojo, "Me tocó la mía" de Pablo Cairo y "Luchando con Ella" de Daniel Santos y también con la colaboración del amigo coleccionista Jaime Jaramillo, conseguí lo suficiente para hacer un segundo CD.

Daniel llevó su Sonora Boricua a Curazao, Aruba y Santo Domingo. Se quedó en el aire un viaje que tenían para Venezuela por unas desavenencias surgidas entre Daniel y varios de los músicos, y poco después vinieron los ú1timos días de "La Sonora Boricua" a finales del año 1949.

He tratado por todos los medios de conseguir alguna foto del Grupo, pero parece que no existe, al igual que no existe LP- Casete o CD, ni una grabación del tema del conjunto, excepto por mis grabaciones caseras.

Ya en este año 2002 logré hacer el segundo CD donde incluí 16 canciones más que con las 18 grabadas en el primer CD suman 34 pues no hemos podido conseguir dos números de los 36 que son "Como se dan los besitos" y "La Rumba tiene valor" ambas del compositor Cubano Pablo Cairo.

De todas las canciones grabadas por La Sonora Boricua, veintidós fueron con la compañía "Secco" y catorce con la RCA Victor, para los coleccionistas que les interese estas grabaciones, tengo un listado disponible.

El bajistas era nada menos que nuestro gran compositor Roberto Cole, el pianista era Joe Blanco, quien después estuvo en la orquesta de César Concepción y otras. La conga la tocaba un muchacho de 19 años que se llamaba Rafael Cortijo…

Los músicos que integraron "La Sonora Boricua" fueron:

Daniel Santos, Director, cantante y compositor;
Joe Blanco, Pianista y arreglista;
Roberto Cole, Bajista, compositor, arreglista;
Víctor Rodríguez, Primer Trompeta y arreglista;
Pito Sepúlveda, Segunda trompeta y cantante;
Juan Zamora, Tercera Trompeta;
Néstor Romin, Cuarta Trompeta;
Tito Henríquez, Guitarra y coro:
Rafael Cortijo, Tumbadora, requinto;
Luis ¨Elmore¨ Sánchez, Segunda tumbadora, soneos y coro;
Adalberto Rivera, Bongó;
Gino Picart, Cantante y coro.

El grupo no tenía timbalero y personalmente creo que no hacía falta teniendo a Rafael Cortijo, que aunque era muy joven ya era un virtuoso de las congas. Un conjunto con ese grupo de músicos excepcionales tenia que ser bueno. Como habrás notado, el grupo tenia cuatro trompetas, algo muy raro en esa época, pues la mayoría de los conjuntos sólo tenia dos trompetas. Se me ocurre pensar que fue uno de los primeros conjuntos musicales de su tipo que usó cuatro trompetas.

miércoles, 21 de febrero de 2007

Agustine Vélez, patriarca entre los coleccionistas de boleros

Agustine, a la derecha, y José Emilio Castellanos.
José Emilio Castellanos
Desde Puerto Rico

El día que llegó Allan a la casa de Caguas su abuelo se llenó de emoción como si estuviese ante el nacimiento de su primer hijo. De inmediato debía resolver otro asunto. Sin pensarlo salió a la calle y en corto tiempo estaba de vuelta con un gigantesco camión-cava. Vino luego la dura faena de trasladar lo que había en la habitación que ocuparía su nieto: una de las más valiosas y completas colecciones de música popular de América Latina en el Continente. Nació así un Estudio-biblioteca-discoteca sobre ruedas.

El abuelo es poco dado a escribir, pero cuando toma la palabra, se transforma en un cautivador cronista, una suerte de historiador oral en el tema de la música popular latinoamericana. Difícil sería encontrar la información que con riguroso orden y conceptualización guarda su memoria: fechas, personajes, anécdotas, en un monólogo que fluye con la emoción de un catedrático ante sus discípulos.

Así son los encuentros en su casa, rodeado de guitarristas, historias, grandes figuras de los últimos 50 años, integrantes de famosos tríos que llenaron de historias y música a todo un Continente. O leyendas de la estatura de Blanca Rosa Gil.

Se trata de Agustine Velez Jiménez, a quien tuve la dicha de conocer en la Conferencia Internacional de Música Latina que trató el tema del Bolero, realizada en el Smithsonian Institution, en la ciudad de Washington, el año 2002. Estaban presentes, entre otras figuras, dos leyendas de la canción, Olga Guillot y Ruth Fernández, figuras de la estatura de Chucho Avellanet, Rafael Basurto Lara, y un grupo de académicos y estudiosos del tema. Todo transcurrió a puertas cerradas, en un sótano al lado del Castillo principal.

Agustine es originario de Arecibo, aunque se crió en Manatí y Rio Piedras, Puerto Rico. Para no meternos en problemas diremos que nació después de la I Guerra Mundial, pero antes de la II... Su pasión por la música le viene de su padre, maestro, quien llevaba la vida entre armonías y ritmos de la época, tangos, pasodobles, couples, valses... y boleros.

En breve publicaremos la entrevista que recientemente le hiciéramos a Agustino Velez en Puerto Rico. Por ahora, conozcamos su pasión en sus propias palabras, al dar respuesta a la tesis de Orlando Montenegro Rolón, quien opina que el bolero va rumbo al olvido. Los dos trabajos se muetran en la páginas anteriores.

Agustine Vélez: Mientras exista el amor, habrá bolero

El Maestro Agustine Velez le responde a Montenegro Rolón: "Mientras exista una guitarra habrá bolero. Mientras tengamos tríos, habrán noches enteras de boleros. Mientras exista el amor, habrá bolero. Quien lo dude, que venga a Puerto Rico" En la gráfica Jhonny Albino y su Trio San Juan.
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Por: Agustine Vélez Jiménez
Cinquillo / Puerto Rico


Mucho se ha dicho de la muerte del bolero causada por la balada y el empuje dado a ésta por las multinacionales del disco. Posiblemente tengan algo de razón en ésto, debido a que ya no hay que ser cantante. Basta lucir poca ropa si es mujer y buena apariencia y contoneo si es varón y la voz no es requisito para ser “estrella”, aunque habrán notado que son desechables. Solo los usan en lo que aparecen otros de linda cara o mejor figura. Por eso, estos “ídolos no duran, y si lo hacen es solo a públicos inmaduros que al no tener base de comparación, se creen que éstas marionetas del consumismo son en verdad cantantes.

Ahora bien, el bolero nunca ha muerto, por lo menos en nuestro Puerto Rico, ni entre los países latinoamericanos. Los llamados hispanos que abandonaron su patria son los más propensos a escuchar los fabricados por las disqueras. En su país natal tenían su bolero.

Mientras exista una guitarra habrá bolero. Mientras tengamos tríos, habrán noches enteras de boleros. Mientras exista el amor, habrá bolero. Quien lo dude, que venga a Puerto Rico. Acá tenemos, todo el año, festivales de tríos. Hay mil lugares para escuchar tríos. En toda la Isla perdura la tradición de bohemia. Una muchacha, un muchacho y una guitarra, equivalen a una noche de boleros amorosos.

Somos una pequeña isla de cuatro millones de habitantes, pero con casi mil tríos registrados y activos. Esto sin contar los improvisados. Salga a pasear un domingo y encontrara muchísimos lugares con música de cuerdas, habrá también música jíbara, pero predomina el bolero. Tenemos virtuosos de la guitarra como en ningún sitio en proporción a nuestra población. Todos los días en algún sitio se presenta un trío y sus canciones son boleros. Aun cuando su repertorio es mayormente de compositores boricuas. Por algo tenemos a Rafael Hernández, Pedro Flores, Don Felo, Plácido Acevedo, Benito De Jesús, Bobby Capó y a Sylvia Rexach, para suplir repertorio inagotable.

Además, Puerto Rico es el cruce de las Americas en el Caribe. Todo México, toda Cuba, toda Venezuela, Colombia y sus bambucos, Argentina, Ecuador con sus pasillos, Chile, Perú y sus valses, nos suplen de bella música romántica para que nuestros tríos intercalen con sus boleros. Aquí por lo menos hay bolero para rato. Aquí hay emisoras de boleros como base de su programación. Aquí nos llegan continuamente producciones de boleros de América Latina. Aun cuando sabemos no tendrán la gran divulgación de las emisoras de grandes hits fabricados, siempre hay un espacio para ellas en las tiendas de discos.

En Puerto Rico no he visto sitios de bohemia donde se reúnan a pedir el último éxito de la balada, pero sí los viejos boleros de los 40 y 50. Se mantienen vivos los viejos números de nuestro adolescencia y temprana juventud. Recordas hermano, que tiempos aquellos?

Podemos ser la tierra de la salsa y el reguetón, pero nos enamoramos en tiempo de bolero. El amor o el despecho es en ritmo de bolero, el recuerdo de nuestros padres es en tiempo de bolero, y para bailar…. Hay algo mejor que un bolero apretaditos?

En Puerto Rico y en nuestro espíritu… el bolero vive….nos negamos a publicar la esquela mortuoria de nuestros boleros. He dicho.